DÍA DE REYES

Hoy, día 6 de Enero, es el Día de los Reyes Magos y, aunque yo soy republicana, es un día que me encanta. Y es que estos Reyes son especiales. Estos dan, traen ilusión. Hacen magia... 

De los otros prefiero no hablar.

Sin embargo, desde hace unos años, noto bastante cambio. En ese entonces del que hablo, después de un despertar de niños con mucho sueño, con un respetuoso temor, con una enorme ilusión, con un montón de gritos y casi sin desayunar, salíamos al Parque García Sanabria o a La Rambla (en esa época con un nombre que me cuesta escribir y que hoy se llama Rambla de Santa Cruz) para que jugaran con sus nuevos juguetes. 

Disfrutábamos viendo como un montón de niños hacían lo mismo. Estaba todo lleno de caras radiantes de alegría, de bicicletas, de cochecitos de muñecas, de patinadores... 

Pero ahora ya casi no vemos niños jugando en este día tan especial. 

Cuando lo he comentado con otras personas la explicación que quizás sea más acertada es la de que muchos de los nuevos juguetes son electrónicos y van con el ordenador o con la televisión y, claro, se juega en las casas.

No quiero decir que es una lástima porque es posible que estos niños sean tan felices como lo fueron los de hace unos años y antes.

A pesar de esto sigo saliendo la mañana del día 6 y siempre hay algunos niños, o no tan niños, que sacan a la luz sus nuevos y flamantes juguetes.

Y hoy tuve una suerte enorme.

Me explico. 

Me encontré con una niñita preciosa. Enseguida se me fueron los ojos hacia ella que estaba tan feliz con su linda bicicleta. No la dominaba todavía y llevaba las dos ruedecitas que se ponen para los principiantes. 

Y me llamó la atención, no solo por su expresión de felicidad, sino también porque me traía el recuerdo de otra niña que había visto hacía poco pero no recordaba dónde ni quién era. 

Así que mi memoria se puso a trabajar como si  fuera un disco duro cualquiera.

Y, mientras mis neuronas trabajaban, me puse a hablar con la niña que, con una voz muy dulce y muy alegre, respondía a mis preguntas amablemente a pesar de que la distraía de su juego.

Me dijo que se llamaba María y que tenía 5 años. Que iba al colegio y que le gustaba mucho porque tenía muchos amigos. 

Que sus padres viajaban mucho y la dejaban con un amigo de ellos. Y que este amigo se llamaba Gurb y que vivía en un oásis donde había una playa maravillosa, con una arena dorada preciosa. 

La verdad es que yo la oía hablar y estaba encantada de oirla pero, al mismo tiempo, extrañada de que fuera tan parlanchina y de que contara unas cosas impropias de una niña tan pequeña.

Finalmente se acercó una pareja que, aunque amable y sonriente, venían a proteger a su niñita que tanto hablaba con una señora mayor. 

Eran los padres. 

Les conté lo que me había dicho la niña:  que ellos viajaban mucho, que la dejaban con un amigo que vivía en un oásis... 

Se rieron mucho y me contaron que era una niña encantadora y muy sociable pero que, sobre todo, llamaba la atención por su gran fantasía. 

Ellos, me dijeron, no viajaban nunca sin la niña, que ese Gurb era un amigo imaginario. Que ellos estaban aquí de vacaciones y que vivían en Barcelona...

¡BARCELONA! 

Cuando me dijeron Barcelona mis neurona se pararon de golpe, como con un frenazo. Y es que ya me acordé, ya sabía por qué la niña me había llamado tanto la atención.

Y es que este verano estuve en Barcelona y uno de los sitios que visité fue La Fundación Miró y allí vi  un cuadro "Retrato de una niña" que me entusiasmó. 

Y es que la niña de esta mañana, María, y la niña del retrato de Miró se parecían mucho, muchísimo.

María, que dulce es María. 

Les pongo el retrato de la niña de Miró para que se hagan una idea del personaje que me encontré esta mañana y que me alegró el día.

Es preciosa.

 Ayer dije que iba a contar lo del último libro que había leído pero ya no me da tiempo. 

Tengo que estudiar inglés (otro día hablaré de este tema).

Pero les voy a adelantar el título y el nombre de la autora:

Título: ENTRE TONOS DE GRIS.

Autora: Ruta Sepetys

¿Hasta mañana? 

Espero que sí.