martes, 17 de enero de 2012

CONTINUO CON EL PINTOR JOHN SINGER SARGENT

Aunque no voy a extenderme mucho. 

Es sobre un cuadro que pintó y causó un gra revuelo.
Y es que cuando la gente no tiene cosas importantes que hacer están pendientes de los demás para criticarlos y, si es posible, hacerles la vida imposible.

La telebasura no es ninguna novedad. Bueno, la novedad es la tele porque la basura existe desde siempre. Lo que yo creo es que antes el pueblo llano no tenía tiempo ni posibilidad de acceder a estas historias. Solamente lo hacían los desocupados que, en aquella época eran los ricos, los burgueses. 
Mientras que ahora, con la televisión tan culta que tenemos puede acceder cualquiera a estos cotilleos. Y es que, por desgracia, hay mucho desocupado que se consuela viendo las desgracias de los otros.

Que me enrollo.

Sería un tema para otro día.

El cuadro en cuestión es un retrato.  


Retrato de MADAME X


 Madame X es el título informal del retrato que Sargent realizó en 1884 de una joven y bella norteamericana del sur, Virginie Amélie Avegno Gautreau. Virgine estaba casada con  Pierre Gautreau, un banquero parisino y era una figura destacada de la alta sociedad de la época.



Isaac Asimov dice de este cuadro:
 «Cuando la belleza más célebre de París, Madame Virginie Avegno Gautreau, fue presentada por el pintor realista John Singer Sargent en su obra maestra Madame X, exactamente como era, superficial, egocéntrica, vestida de manera inmodesta, el público se escandalizó, Madame Gautreau se puso histérica, y el pintor fue obligado a retirarse a Londres.»

 


El cuadro, de dos metros de alto, representa, delante de la oscuridad de un fondo pardo, a una joven de unos veinte años, de elegante figura, de pie y apoyándose con su mano derecha sobre una mesa, mientras que con la otra se sube el bajo de su larga falda de raso negro. El corpiño de terciopelo y donde se aprecia su pronunciado y generoso escote contrasta con la palidez de su blanca piel. Y con tirantes de pedrería, uno de los cuales se desliza sensualmente por su hombro derecho y da el aspecto de que va a desprenderse fácilmente del vestido . Tiene el rostro de perfil hacia su izquierda, lo que produce en el espectador  una sensación atrayente y provocativa, y a la vez, es distante y altiva. 

Fíjense lo que ya se cuchicheaba:
  ¿Cuál era el encanto de Virginie Gautreau? " Lo más comentado de Amélie era la azulada blancura de su piel. Los rumores apuntaban que conseguía esa tonalidad mediante peligrosos métodos: algunos decían que acudía a un esmaltador, otros que ingería pequeñas dosis de arsénico...En realidad, sólo se aplicaba polvo de arroz mezclado con colorete lavanda.  La palidez del rostro contrastaba con el rojo de sus labios y -su peculiar seña de identidad- de los lóbulos de las orejas. La henna resaltaba su pelo y los ajustados corpiños pulían sus curvas en un perfecto reloj de arena. Amélie se había convertido en la quintaesencia de lo que en Francia se conocía como la parisienne y en Gran Bretaña como professional beauty, una profesional de la belleza "

¿No les digo? Seguramente antes, como ahora, no hay problemas más importantes de los que hablar. O, a lo peor, sí los hay, pero son más aburridos porque tratan de hambre, de malos tratos, de discriminación...y sobre eso yo no puedo hacer nada. Que se ocupe el Gobierno o la Iglesia.

Total que, (volviendo al cuadro), Sargent recolocó el tirante para calmar la reacción del público, pero el mal estaba hecho. Los encargos en Francia empezaron a bajar de manera espectacular y Sargent pensó en dejar la pintura y dedicarse a la música o los negocios. Finalmente se "exilió" en Londres y  prosiguió su carrera de retratista. 

¿Y a ella qué le pasó? Dicen que nunca recuperó la reputación y la adulación que había tenido antes de la exposición de este cuadro.
 

Pues vale. Todo sigue igual o ¿peor? Menos mal que no me iba a extender.

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