sábado, 25 de febrero de 2012

¡CARNAVAL CARNAVAL, CARNAVAL....YA NO TE QUIERO!

Es verdad, ya no me gusta el carnaval. 
Puede que sea un síntoma de que soy mayor pero yo no lo creo así. Voy a contar un poco mi amor y mi desamor por el carnaval aunque voy a dejar alguna que otra cosa en el tintero.

De siempre se ha sabido que los santacruceros (los de Santa Cruz de Tenerife) han llevado el carnaval en la sangre. Yo, aunque nací en Santa Cruz, soy de origen valenciano por mis padres. Sin embargo nunca me he sentido valenciana y sí muy canaria. Posiblemente porque mis padres se adaptaron perfectamente a esta tierra y aunque, con seguridad, tendrían alguna añoranza del lugar en el que nacieron, yo no tengo recuerdo de que lo echaran en falta. Sí que hablaban alguna que otra vez de allí, como es natural pero yo, muchas veces, casi siempre, ni me acordaba de que ellos no eran de aquí. Así de arraigados estaban. 

Todo esto, junto a que nuestra vivienda estaba en la calle del Castillo por donde pasaba todo lo que había importante, hizo de mí una gran aficionada a los carnavales.

Luego estaría la historia del carnaval en Tenerife que sería muy larga de contar. Lo que yo recuerdo es eran unas fiestas prohibidas y muy, pero que muy "pecaminosas".

Recuerdo con claridad, aunque era pequeña, salir corriendo al balcón para ver las primeras y atrevidas mascaritas. Eran muy pocas pero que iban hablando o medio gritando con voz de falsete y metiéndose con todo el que pasaba.

Digo lo de atrevidas porque es que lo eran. Ya dije que los carnavales estaban prohibidos pero estas máscaras se arriesgaban y salían, valientes, desafiantes, sin temor (o con él, pero que lo superaban) a que las metieran en el calabozo. Las autoridades locales muchas veces hacían la vista gorda, miraban para otro lado. Pero a veces las presiones que recibían eran mayores y tenían que actuar. No sé lo que ocurría con esta gente en los calabozos pero me sospecho que pasarían allí la noche y que no serían tratadas mal. Esto ya es lo que me imagino yo.

En vista de que no se podía erradicar del pueblo este gran afán carnavalero, lo que hizo la autoridad para salir airosa fue cambiar el nombre. Ya no se llamaban, Carnavales sino FIESTAS DE INVIERNO. Así, todos contentos: el pueblo, la autoridad civil y la autoridad religiosa. 

Ya fue la explosión de la fiesta y el pueblo santacrucero se lanzó sin temor a la calle. Incluso circuló una consigna para evitar que la gente, tanto tiempo reprimida, se desmandase: "Tinerfeño, de tu comportamiento depende que se sigan celebrando las Fiestas de Invierno" 

Era divertido y entretenido estar en ese balcón de la calle del Castillo. Lo pasaba muy bien y, al mismo tiempo, el deseo de participar fue aumentando.

No recuerdo cuando fue mi primera salida. Lo que sí recuerdo es lo contenta y feliz que iba. Pero sanamente, que quede claro.

Después de casada seguí saliendo o, mejor, seguimos saliendo porque ya íbamos varias parejas. Éramos incansables, bueno, lo que éramos realmente es jóvenes. Y ya se sabe que el joven y la fiesta ligan mucho.

Teníamos un carnaval mañanero con los hijos que disfrutaban muchísimo. Y ya, cuando los niños estaban acostados, salíamos con los amigos. Era una diversión distinta, estábamos desinhibidos. Nos metíamos con conocidos y desconocidos. Eran bromas de unos con otros sin enfados, limpias, a veces algo picantillas pero como que todo muy natural. No recuerdo ningún mal rollo. Y no bebíamos más de lo normal. Alguna cerveza o algún vaso de vino pero no recuerdo tampoco que ninguno se pasara de rosca.


Y así fue pasando el tiempo y el carnaval cambiando o ¿nosotros? Sigo creyendo que fue el carnaval. Y un ejemplo de ello es que se "oficializó" Ya todo estaba programado, la espontaneidad fue desapareciendo, se quiso "rentabilizar" la fiesta y perdió su candor. En el año 1987 incluso se "tematizó" Ya se ponía un título para el carnaval siguiente y que la gente se fuese vistiendo según el tema...


Es verdad que todavía hay individualidad pero cada vez menos.


Pero lo peor, lo negativo, es que la gente (¿los jóvenes?) beben, fuman, se empastillan cada vez más. Hay broncas, gente que orina sin ningún pudor por donde les parece, peleas, gente por el suelo borracha o drogada y ¡la música! o, mejor ¡las músicas! a un volumen insoportable. Da la sensación de que los pies se levantan del suelo. Y no estás levitando, que conste. Son tus oídos y el resto de tu cuerpo que no está preparado para tremendo escándalo.

Sí, sé que hay una parte del carnaval muy bonita y espectacular: comparsas, rondallas, murgas, reina de las fiestas.... De esa no hablo porque es la oficial. Yo hablo de la que sentía mía, la libre, la espontánea, la de la calle.


Y ya no siento mi carnaval, mi entrañable carnaval. Aquel en el que yo también cantaba: CARNAVAL CARNAVAL, CARNAVAL TE QUIERO...


¿Es la edad? pregunto, porque yo no me siento vieja, ni mayor. ¿Madura? Bueno, sí, un poco más madura y quizás por eso más exigente. Puede ser

2 comentarios:

  1. Con el Carnaval de día se está cambiando y mejorando la fiesta, creo que debería ser todos los días y a lo mejor se recupera un poco el carnaval de antes. Creo que el carnaval de día permite que participemos todos y lo hace más sano.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Pacuco, tienes muchísima razón. Incluso Eduardo ya me lo había comentado vía telefónica.
      Me olvidé del nuevo Carnaval de día en el que está participando mucha gente, familias enteras, y que, según me dicen, está muy bien. ME ALEGRO LO QUE NO TE PUEDES NI IMAGINAR. Gracias por tu colaboración. Un beso.

      Eliminar