domingo, 4 de marzo de 2012

TAL DÍA COMO AYER, PERO EN 1976

ME PASA CON ÈSTO COMO CON OTRAS COSAS. SE NOS VAN OLVIDANDO ACTUACIONES QUE OCURRIERON AÑOS ATRÁS Y CUANDO ME LAS VUELVEN A TRAER A LA MEMORIA ME ENFADO CONMIGO POR DEJARME MANEJAR DE ESA MANERA.

SON COSAS QUE REALMENTE SE TE OLVIDAN PORQUE HAY  GENTE IMPORTANTE E INTERESADA EN QUE ESO OCURRA. QUE NO RECORDEMOS HECHOS VERGONZOSOS Y NOS DISTRAEN, NOS DESPISTAN Y LOS DEJAMOS QUE NOS APARTEN, NOS DEJAMOS MANEJAR.

Y CUANDO VUELVE A TU MENTE EL RECUERDO POR ALGUNA CIRCUNSTANCIA CASUAL TE MACHACAS DICIÉNDOTE PERO CÓMO HE PODIDO DEJAR PASAR TANTOS AÑOS SIN NI SIQUIERA TENER UN PEQUEÑO DESTELLO, UN COMENTARLO CON ALGUIEN.

LA CUESTIÓN ES QUE LA CASUALIDAD ES ESTA VEZ ALGUIÉN QUE ME MANDA CORREOS Y ME ESPABILA MI MENTE Y MI ESPÍRITU. DIGO ALGUIEN PORQUE NO SÉ EXACTAMENTE QUIÉN ES. ALGUNA VEZ HE TENIDO LA INTENCIÓN DE BORRARLO DE MIS CONTACTOS PERO NO LO HE HECHO PORQUE SUS CORREOS SON ESPORÁDICOS Y SIEMPRE ME APORTAN ALGO. NUNCA LE HE DADO LAS GRACIAS. LO HARÉ AUNQUE ME AVERGÜENCE EL NO SABER A QUIEN SE LAS DOY.
 

EL CORREO ME LO MANDÓ AYER PERO LO HE ABIERTO HOY. ES SOBRE LO QUE OCURRIÓ EN VITORIA EL 3 DE MARZO DE 1976. PONGO EL ARCHIVO PARA EL QUE QUIERA REFRESQUE LA MEMORIA.

HAY VARIOS ENLACES PERO YO PONDRÉ SÓLAMENTE UNO QUE CREO QUE ES EL MEJOR QUE RELATA LOS HECHOS.

http://www.vitoria-gasteiz.org.es/vitoria-gasteiz_3_de_marzo.htm

 Hoy es 3 de marzo y no queremos que esta fecha, ¡hay muchas más, pero...! se nos olvide. Hoy hace un montón de años,en el 76, se dio uno de los innumerables episodios de represión, asesinato y demás tropelías de la "modélica" transición.
Es, simplemente, un pequeño ejercicio de memoria,  y para ello nada mejor que unas lineas del 99 que escribió Javier Ortiz, una canción escrita por aquel suceso y que merece ser escuchada hasta por la presentación que el autor hace de la misma y un par de vídeos sobre ltema.
Salud
Enrique
 

Recuerdo de un 3 de marzo


Un 3 de marzo como éste de hoy, hace tres años, el PP vencía en las urnas.
Qué quieren que les diga. El suceso me llamó entonces la atención. Ahora me deja frío.
Se fueron aquéllos, vinieron éstos.
Es otro 3 de marzo el que está fijo en mi recuerdo: el de veinte años antes.
Hablo del 3 de marzo de 1976. De Vitoria. De la Iglesia de San Francisco. De una asamblea obrera enmarcada en una huelga general. Llegó la Policía: los antidisturbios de entonces. Un radioaficionado captó y grabó las órdenes que impartieron sus superiores: «¡A matar! ¡Disparad a matar!».
Y dispararon. Y mataron. Tres asambleístas cayeron en el acto. Uno de ellos tenía sólo 17 años.
Otros dos murieron pocas horas después.
No creo que muchos militantes del PP se acuerden de aquel día.
Hay dos que sí deberían hacerlo. Uno era entonces ministro de la Gobernación, o sea, de Interior: el jefe supremo de los policías que dispararon. Se llamaba -se sigue llamando- Manuel Fraga. El otro ejercía de ministro de Relaciones Sindicales. Se llamaba -se sigue llamando- Rodolfo Martín Villa.
Oí a Martín Villa contar aquellos sucesos. Su relato, de una frialdad estremecedora, sólo se quebró en un momento: al ex ministro se le humedecieron los ojos cuando recordó... que los familiares de los heridos se negaron a hablar con él cuando fue a visitarlos. ¡Qué doble tragedia: cinco obreros muertos y un ministro herido... en su orgullo!
No hace falta decir que ni Fraga ni Martín Villa dimitieron. No hace falta decir que a ambos se les ha permitido seguir participando en la vida política española al más alto nivel, pese a que ni siquiera se han mostrado jamás arrepentidos de su papel en aquel crimen abominable.
Algunos nos juramentamos ante los cinco cadáveres. Lluís Llach dio forma pública a nuestra maldición poco después, en aquel grito de dolor y rabia que fue Campanades a morts. Clamó: «¡Asesinos de razones! ¡Asesinos de vidas! ¡Que nunca tengáis reposo a lo largo de vuestros días, y que en la muerte os persigan nuestras memorias!».
Muchos de los que suscribieron aquella maldición colectiva se han olvidado de su juramento.
Otros lo recordamos.
No aspiro con estos párrafos a alterar la autosatisfecha calma en la que viven todavía quienes fueron los responsables políticos de la matanza: sé que, si tuvieran una brizna de conciencia, no habrían podido soportarse a sí mismos.
Me conformo con recordar a los demás quiénes fueron. Y quiénes siguen siendo. Y en qué partido militan.

Javier Ortiz.
El Mundo 3.3.99 

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