Hoy tengo ganas de
pensar. Un poquito nada más.
Toda la vida estamos
luchando por las alas y por las raíces. Aquellas por tenerlas y volar, y éstas
por cortarlas y enraizarlas en otro sitio.
Nacemos sin alas y sin
raíces pero aferrados a nuestros padres que nos las van a proporcionar
.
Van creciendo primero
las raíces unidas a las de quienes nos dieron la vida. Las alas tardan más,
bastante más y aprovechamos las de nuestros mayores para volar con ellos.
A medida que crecemos
nuestras raíces se van independizando, separando, desgajando y tomando vida
propia. Aunque hoy en día hay raíces que tardan en separarse y, como ya hay
alas, el problema es querer volar libremente sin tener raíces propias. Difícil,
muy difícil. Problemas.
En otras ocasiones hay
progenitores que se resisten a que las raíces de sus retoños se desprendan ni
que las alas se muevan solas. Quieren controlar. Problemas.
La naturaleza lo que
nos dice es que cuando crecen las alas hay que dejar volar aunque se tropiecen.
Tienen que ir aprendiendo. Irán y volverán. Se harán fuertes. Enraizarán en
otra tierra. Se entremezclarán, o no, con otra raíz. Empezará otro ciclo.
Desde la distancia las
alas y raíces viejas verán volar a sus vástagos. Unas veces volando bien. Otras
dando bandazos. Pero, a no ser que lo pidan, no podrán intervenir. Solamente presentes
en una callada atención. Ya tienen alas
y raíces propias.
Ahora le toca a las
nuevas alas velar por las viejas a las que, cada vez más, les cuesta remontar,
no solo porque tienen unas alas muy gastadas por el uso, sino también porque
con el tiempo las raíces se van hundiendo más y más en la tierra hasta que un
día se funden con ella.
Es bueno no perder de
vista de donde provienen las alas y las raíces. Es, nos guste o no, nuestro
signo de identidad.
Se me ocurren
muchísimas reflexiones sobre este asunto, como por ejemplo, alas nuevas y
raíces nuevas que chocan unas contra otras; alas y raíces que quieren
intervenir, opinar, criticar de otras alas y raíces que no les incumben…
Pero
eso ya me cansaría mucho. Ya mis alas están pesadas, mis raíces muy hundidas y
tengo que dejar paso a los que van más deprisa.
Yo ya no la tengo.
Curiosa reflexión...Me extrañan dos cosas. la una, que comiences si explicar por qué se te ha ocurrido...; la otra, queme pareece muy hundida para ti, la conclusión de tu reflexión. Esto lo encajo menos que lo anterior.
ResponderEliminarA veces las cosas se te ocurren después de un ratito de reflexión o de mucho tiempo dándole vueltas a un tema en tu cabeza. Creo que esto último es el caso. Van sucediendo cosas a tu alrededor, vas observando y así se forja una reflexión. Una reflexión que no tiene fin y que cada uno puede tener un punto de vista propio. Este es el mío.
EliminarY que parezca, al final, hundida yo no lo creo. Pienso que es realista. Yo voy a seguir con la vida, pero, más tarde o más temprano, la vida no va a seguir conmigo. Hay que asumirlo, no desearlo,pero tampoco temerlo.