A veces, bueno, siempre, me asombro de la reacción de algunas
personas cuando se enteran que soy vegetariana o, aún sabiéndolo desde hace
tiempo, como que les molesta, les incomoda.
Yo, sinceramente, creo que soy pacífica y que no hago alarde
de lo que soy o dejo de ser. Es más, yo quiero ser vegana, de hecho en mi vida
íntima lo soy. Y esto puede que algunos veganos no lo entiendan. Pero yo sí. No
lo soy cuando salgo fuera de casa a comer por no molestar, por no incomodar. Si
voy a comer a casa de alguien que sabe que soy vegetariana y que se ha
esforzado en preparar una comida pensando en mí, cuando llega el postre, por
ejemplo, y compruebo que lleva leche o huevos o miel no hago lo que a mí me
parece un desprecio al decirle que no y me lo como. Lo mismo cuando voy a un
restaurante con amigos, donde, muchas veces, comer como vegetariana es un
problema, no te digo comer como vegana. Y por eso me sorprende más esas
actitudes de rechazo y malestar sobretodo de personas cercanas a mí.
Y es, quizás, por estas actitudes cuando me pongo a pensar, a
meditar, intentando buscar una explicación.
Una de las que se me ocurre es que si
a esas personas, que se sienten incómodas ante mi determinación de no comer
carne de ningún ser vivo, les hace cuestionarse su actitud frente a esos mismos
seres vivos. Que, a lo mejor, hasta sin darse cuenta, se les remueva su
conciencia.
Sería algo parecido a lo que nos ocurre cuando vemos en TV
imágenes de gente que muere de hambre y miramos para otro lado porque no
queremos que nos perturben, que nos saquen de nuestro estado de bienestar.
Sabemos que “eso” existe, que “eso” ocurre, pero que está lejos y nosotros “gracias
a Dios” nacimos con más suerte. Ya habrá gente que se ocupe de "eso"…y miles de
excusas más para no implicarnos y tranquilizar nuestro interior.
Yo respeto a los omnívoros como respeto a los fumadores.
Yo
misma, durante mucho tiempo, fui las dos cosas. No me alegro de eso pero no lo
oculto. Lo que sí es que doy gracias constantes por haber podido dejar entrar
en mi cerebro, de forma clara y rotunda, que las dos cosas eran dañinas para mí
y para mi entorno.
No intento imponer nada.
Ahora, una cosa que sí exijo es que
cuando quieran rebatir mis ideas tengan buenos y certeros argumentos. Que se
hayan informado, que hayan leído sobre el tema y que hayan visto documentales
como lo he hecho yo, o más.